lunes, 27 de septiembre de 2010

HARRY

El ruido ensordecedor de la metralla, buscando un cuerpo en el que hundirse, le provocaba un perlado y frío sudor en manos y frente.

Siempre la misma pregunta, revolviéndose en algún lugar de su cabeza, la misma que Harry procuraba mantener ordenada, por dentro y por fuera. ¿Sirve de algo estar aquí? Esa pregunta rompía el equilibrio.

Antes del agotamiento que le producía pasar tantos meses en primera línea de batalla, nunca albergó una sola duda. Llevaba años preparándose, construyendo en silencio todo su mundo. Perseverante, disciplinado…convencido.

Los años en la academia, le habían enseñado que no todos valen, que muchos abandonan en el camino, que aquello solo era para unos cuantos, ¿los elegidos? Era cierto que habían logrado avanzar, que recuperaban aquello que un día les fue arrebatado, pero todo y así, la pregunta seguía enganchada al humo y el polvo que flotaban en el aire, como si fuera un espectral holograma.

Cuando creía que las fuerzas para combatir se le escapaban, aferraba con fuerza aquel trozo insignificante de papel, que le devolvía instantáneamente la imagen nítida de aquellos a los que amaba. Entonces y solo entonces, la pregunta se desvanecía. Ya no dudaba en absoluto, estaba allí por ellos y para ellos. Le importaba demasiado su presente y su futuro, sin ellos nada tendría razón de ser.

Seguro que un día se llegaría a un acuerdo y disfrutarían de la paz. Para entonces las cicatrices de la metralla, serían solo eso.

Desde las trincheras más avanzadas, un cuerpo cayó catapultado hasta sus pies, impulsado por la fuerza de un obús.

Harry decidió volver a casa.