jueves, 17 de junio de 2010

IX TRILLANDO

"...Vuelve único, vuelve
como forma tocada nada más, como llena
palpitación tendida cubierta de cabellos,
como sangre enredada en mi sangre, un latido
dentro de otro latido solamente.

Más las palabras, ¿dónde?
Las palabras no llegan. No tuvieron espacio
en aquel agostado nocturno, no tuvieron
ese mínimo aire que media entre dos bocas
antes de reducirse a un clavel silencioso... "*

Habiendo llegado el mes de la trilla, los muleros con sus cortas varas, azuzaban a sus mulas sobre la parva. El jondo los acompañaba, ahora serranas, ahora gañanas, ahora trilleras. Estas últimas embargaban de melancolía incluso a los animales, que decidían parar sus vueltas, para escuchar a los hombres.

Cuando el trabajo duro estaba hecho, los chiquillos más menudos, esperaban su turno para subir al trillo. Sería lo más parecido a un tío vivo, que muchos verían durante la infancia.

Luego debían ablentar la trilla, para separar la paja del grano. El viento había de ser el justo, para que recoger la paja en gavillas, no se convirtiera en ardua tarea. Barcinar, era el último proceso para subir las gavillas a las carretas.

En imposible equilibrio y subidos en la cima, los hombres más avezados, mantenían la compostura erguidos, desafiantes,funambulistas del "circo de la era" sobre la carga. Los muleros, guiaban las mulas y los bueyes, camino de los cortijos.

- Anda pasa niño, y siéntate- con cascabeles en la voz, le dijo Francisca- refréscate con agua de limón, que hoy anduve de suerte y seis me han regalado, allá donde mi tía. Como unas castañuelas estaba, reía, cantaba, y hasta por palmas se acompañaba. Que a mi prima cogen "pa" monja, aunque a duras penas el padrenuestro canta. Pero esa cara de virgen blanca, le ha abierto el camino para tener llena la panza. Beata se me va a volver la tía, de tanto dar gracias a Dios.

- Malos tiempos para irse de conventos- aseguró José Miguel.

-¡ Y para quedarse fuera!, que allí por lo menos no le faltaran las obleas. Y a las malas, bordadora nos saldrá.- le replicó ella- Y déjame con mi alegría, que hoy es el primero de los días, que esta criatura me da descanso. Que ni una vez me he agachado para regurgitar, como si fuera un pajarico en el nido. ¡Que estoy contenta!. Que hoy no me hables de nada que no sea en un susurro. Hoy te he de hacer el regalo de mi cuerpo. Que hoy, cumples tu los años.

-Por dentro estoy ya fresco, que los limones su trabajo han hecho.-dijo, ya seducido- Por fuera, ahora mismo me quito los sudores, en el patio. ¡Espérame en la alcoba!, que el regalo, muy gustoso lo he de aceptar.

Agosto, era un buen mes, transitorio. La gente disfrutaba de sus noches, más que de sus días.


* Poema de Rafael Alberti.

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