miércoles, 16 de junio de 2010

VIII EL CALOR

"El que espera desespera, dice la voz popular... ¡Qué verdad tan verdadera!... La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés."*

Ya Julio asomaba con sus calores. Calores que encendían la sangre y apagaban las cosechas. Las siestas sudaban a pesar de las defensas, que a guerra abierta, las encaladas fachadas ofrecían. Los pájaros callaban, al paso del aire del sur, como en Procesión del Silencio. Una falsa paz invadía las calles. Ni un ansioso niño de pecho, se hubiera atrevido a romperla.

Las huelgas de los jornaleros, se repetían en constancia cansina, a vista de los propietarios grandes, medianos y pequeños. A vista de los jornaleros, aún eran pocas, ya que sus miseros sueldos no daban para casi nada. ¿Que culpa tenían ellos de las especulaciones con el precio del aceite?. ¿Que culpa tenían los otros con dos años de vecería?.

La espera, ese compás apenas imperceptible, carcome las voluntades. Pero el viento algún día llegaría hinchado de libertades.

Levantarse era un suplicio, poco había para llevarse a la boca y encima su cuerpo se empeñaba en abortarlo con mañaneras angustias. La ilusión la ayudaba a soportarlo. A veces pensaba que vomitaba miedos. Se abrazaba entonces el vientre, y los conjuraba cantando una nana:

«A la nana, nanita,
nanita, ea,
perejil y culantro
y alcaravea.»


-Niña, que traigo carta- voceo al entrar- que traigo carta de mi hermana.:

" Domingo Pérez a 26 de Junio de 1931

Estimado José Miguel, te echo estas lineas, para felicitarte por lo de la criatura. También he de decirte que aquí , Don Isidoro, anda parcelando las tierras para arrendarlas a los cabeza de familia. Las huelgas han valido para algo, aunque nosotros quisimos más. Incluso las tierras del cortijo de Cañatalbora se están troceando. Esperamos verte pronto. Te quiere

Aurelia "

-Ves Francisca, como el trabajo de los camaradas en Granada ha sido efectivo-dijo él.- Con suerte, cuando acabe la siega, podremos ir con mi gente.

Por unos segundos, julio se hizo febrero, mientras un escalofrío recorrió su cuerpo. No quería que el volviera a su pueblo, y los recuerdos del hijo que perdió, nublasen el amor por el suyo. Él era su camarada, el que dormía en su misma cámara, no quería compartirlo. Los celos se paseaban por la estancia, intentando echar su ancla.


* Poemas y cantares, Antonio Machado.

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