lunes, 14 de junio de 2010

VII LA ALMAZARA

"Si los comunistas españoles se hubieran pronunciado oportuna y decididamente por el boicot...de la caída del ministerio Berenguer...Los obreros avanzados se hubieran dicho: "Esa gente es capaz de comprender las cosas". Por desgracia, los comunistas españoles, desorientados...la del sufragio universal igual, directo y secreto para los hombres y las mujeres a partir de los dieciocho años....Precisamente porque las masas populares de España están inclinadas a exagerar la fuerza creadora de las Cortes, es por lo que todo obrero consciente, todo campesino revolucionario quieren participar en las elecciones...la reducción de la edad electoral interesa vivamente a muchos millares de obreros, de obreras, de campesinos y campesinas..."*

El cambio de actividad era la constante, y dichoso aquel que tuviera alguna. Berzas y lentejas, cortadas a guadaña les proporcionaban ahora el sustento. La guadaña silbando a los pies de la planta, marcaba el ritmo para arrancar un cante. Su voz se había transformado, como si su garganta se hubiera saciado de miel.

-Francisquilla, que pa mi que andas "llena de vida" desde que bajaste de la sierra- observó Manuela- La voz, más limpia. El vientre, ensanchao. Y esas tetas, hija, que parecen cúpulas de catedral.- todas rieron- Tanto se te ha arrimao el pelirrojo, que en unos meses tenemos aquí otro "diablillo colorao".

Ella rió sus gracias, consciente de lo que ocultaban sus palabras. Bien sabía ella que el sexto cambio de luna había pasado ya, y su río interno no manaba. Bien sabía ella que a muchas de sus compañeras, no les gustaba que sus hombres llegaran con la sangre encendida, después de hablar con el suyo, sobre señoritos y revoluciones. Que le cambiaban lo de pelirrojo por lo de "el colorao". Ojalá supieran ellas más, ojalá el miedo las dejará pensar, ojalá fueran capaces de ir algún día a votar.

Al verla llegar, su padre la hizo descansar.

-Siéntate conmigo, refréscate, Francisquilla. - le ofreció.

- No me llame más así, padre. Llámeme Francisca, que la noticia que le he de dar, no le dejará verme más como a una niña. Para el final de la aceituna, seré madre.

- Así será hija mía. Me haces más viejo, aunque feliz. Pero has de saber, que aunque yo me resistiera a admitirlo, hace ya tiempo que te veo como mujer y no niña. Y no una mujer cualquiera, sino de las capaces de llevar las riendas de su vida con una sola mano, dejando libre la otra para defenderse de quien sea.

Mientras en otro extremo del pueblo José Miguel, como era su costumbre, azuzaba a los hombres a salir de su letargo. Conciencia de clase, socialismo, comunismo, república, religión, gobierno,derecho a voto, obreros y campesinos, eran palabras que brotaban atropellándose unas a otras. Desde que bajó de la sierra, sus treinta y un años refrescados en las aguas de la cueva, parecían dieciocho. Tenía que cambiar el mundo, le debía un mundo mejor a su niña y a los que vinieran detrás.

-Descansa ya pelirrojo de tanta palabrería, y vete corriendo a la casa.- le interrumpió Antonio- Que el que antes no te quería ver ni en pintura, anda invitando a vino de su bota a todo el que se le antoja, para celebrar que este invierno le traerá buena cosecha y un nuevo nietecillo, hijo del de Iznalloz.

El encalado de las casas, no hubiera podido competir con el blanco de su piel. La mudez de su garganta, inaudita, sorprendió a toda la audiencia. Un vahído, una silla, un aire empujado por el papel de un diario, una sangre que regresa, un impulso, unas tiras de cortina que se quedan bailando tras el paso de José Miguel. La vida le regalaba una nueva oportunidad, un nuevo empiece. Un nuevo hijo, que nacería en libertad.

Donde esta mi almazara- saludó a su mujer- Que me dicen que guardaste el aceite que me exprimiste, en la más hermosa de las ánforas para luego darle vida. Ven aquí que te guarde yo entre mis brazos.


* Extracto de carta de León Trosky a la revista Comunismo a fecha 31 de Mayo de 1931.

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